viernes, 11 de mayo de 2018

Reflexiones de domingo, un viernes


Quien no se ha sentido perdido y desquiciado, es que jamás ha tenido quince años.
Aquella tormenta de hormonas y sentimientos que nos hacía mirar al mundo tan intenso.

Hoy me paro a pensar como ha avanzado mi vida desde entonces. He establecido una relación más sana conmigo misma, he comenzado a mirar a la vida de una forma más realista, lo cuál me ha causado una abrumadora y asfixiante sensación de indiferencia.
Es todo tan mecánico, tan certero y previsible. Se actúa en base a una máxima de interés, en su mayoría egoísta, pero no en el cien por cien. y es en esa corta cifra de humanidad en la que baso mi experiencia sobre la propia felicidad.

¿Serías feliz completamente solo? Mi gran aspiración es rodearme de gente sana, pero no egoísta. Mi gran aspiración es encontrar gente con la que mantener relaciones de reciprocidad.

A veces solo lloro conmigo. Me lloro, me escucho, me consuelo, me abrazo, me lloro.
Me lloro hasta no poder más, me grito, me araño, me lloro.
Me lloro llorándoos, me lloro llorando por llorar sola.

Y sin embargo jamás tuve que reír sola.